26 abril, 2011

Safe en la entrada del kinder.


Cuando era niño vivíamos en la calle de Mariano Escobedo y la México Tacuba; yo asistía al jardín de niños que se encuentra a espaldas del árbol de la noche triste, muy, muy cerca, y ocurría que se nos hacía tarde (casi siempre) y se veía todas las mañanas volar el Chacho de un brazo cruzando rápidamente la calle como papalote cuando me llevaba mi mamá, pero cuando me llevaba mi papá (tarde también y por supuesto) me llevaba como sí fuera un libro, bajo el brazo.

Y aquello era terrible no porque se llegará tarde, sino por la zangoloteada y también, por la revolvedera  de estómago que sufría, eso sí safe en la entrada y triunfal con la vomitadera de huevo tibio que, por cierto, cualquiera podría bien haber crecido con un trauma anti-desayuno-huevo-tibio por ésos capítulos, pero la verdad yo no y aunque no lo crean me siguen gustando los huevos tibio mi mamá nos los hacía rápidamente y con mucho cariño, además le tomé gusto me daba risa llegar así al kinder.

Pensándomelo, bueno, recordándomelo bien me agradaba llegar así, me divertía mucho claro que a mi papá y (jmjmjmjm) a mi mamá les encantaba llegar así; yo no se que ocurría después porque yo ya no volteaba para nada y desde ya directo al salón. Oye! ya bastante con sentirme mal por vomitar, o sea, sin desayuno, de donde carajo iba a agarrar energías para el recreo como para que todavía me entregará volteando a ver que me hicieran una mueca, o señal con la mano, o peor aún de esas miradas que te dicen  -"cuando llegues a la casa y de ésta no te salvas"- madre y madres partidas, ya saben.

Y cuando llegábamos a salir a tiempo hasta me llevaban un rato con el triciclo a darle un ratito alrededor del árbol bien triste que desde ya estaba y en sí en el jardín entorno a él, era bien divertido.