10 mayo, 2012

Otra vez negro.

Lo peor de perder a un ser amado es que cabe la posibilidad de tener la conciencia de poder haber hecho algo más por el, pero cuando dejas sobre la mesa todas tus cartas, y hasta las últimas que te quedan, das de cuenta que ni eso te salva a ti de la irremediable compañía de Soledad, esa que tan amable es que nunca se va, que siempre esta esperando por ti, que te abraza, te consuela en ese llanto apagado, triste y gris de esos días negros.

Soledad y de vez en vez hacerte mía, el saber, el tener conciencia de los hechos como verdades, así tan tangibles que nadie te los puede mentir, la verdad como viéndola, la verdad como viviéndola, la verdad como sintiéndola, todo esto en el preciso instante en el que ocurren y de frente tuyo, de verdad no aligera, no ayuda, no consuela, mucho menos, da alivio al sentimiento Soledad de tu tristeza; y hay veces que por más que este alguien a tu lado, por más que un buen amigo/a, hermano, madre, padre o el ser todo poderoso que cada uno conciba a su entendimiento, ni la misma verdad, ni la voluntad, ni la fuerza, hay veces que ni la misma esperanza en uno mismo alcanza o tienen la capacidad de detener, ya no se diga de curar, la tristeza.

No se si sea bueno pero de vez en vez hay que derrotarse y darse cuenta de que algo bueno debe encontrar, debe haberse aprendido, obtenido algo y a empezar de nuevo, y que, de lo aprendido  también dejarlo pasar no para la próxima vez, porque, la mayoría de las veces no sirve pa´nada.