07 junio, 2012

Drilo.

Manejando en los inicios de la carretera que une Naucalpan con Atizapán venía pensando que quería escribir en el blog algo acerca de Drilo el escapista, el extraño compañero de Grillo; pensaba en él, debido a que en las primeras vueltas de la carretera, Drilo, que yo no se porqué? venía sobre el tablero del auto: bueno, en esa vuelta el pareciera que se recarga en su costado derecho y es como cuando sientes la mirada de alguien que te esta contemplando y lo mire furtivamente porque "venía manejando", y empece a trabajar en la idea de escribir algo acerca de el pensando qué sería bueno escribir acerca suyo? justo en ese pensamiento y en la siguiente vuelta el Drilo se cae como ocultándose de mis pensamientos.

Ése tenaz movimiento me hizo chascar la idea que quiero escribir. El muy bribón siempre quiere acompañarme cada vez que me bajo del auto no se como es, o como hace, pero me gusta imaginarme que se aferra a la mochila, chamarra, bufanda, se esconde entre las gorras, las bolsas de los mandados e incluso en la herramienta con tal de bajarse del carro conmigo, o bueno con las cosas que bajo; en una ocasión me preocupe porque y sentí feo porque creí haberlo perdido en una de tantas veces que se a querido escapar y que yo no me haya dado cuenta y se me haya caído en la calle, pues esa vez me fije que no se agarrara de nada y cuando revise no estaba! no había nada en los asientos de atrás, ni en la cajuela, ni en la guantera, ni en el piso y ni en ningún otro lugar en el carro!



Lo que sucede con ese Drilo es que le gusta tooooda la vagancia, no se llena ni con las paseadas en el Grillo y ocurre que me doy cuenta cuando se jala porque siento que algo se cae, o que las cosas de alguna manera se atoran al interior del carro o cajuela.

La buena esperanza era que estuviera en el departamento, pero mientras, la incertidumbre de que estuviera por allá en el sur. Ya de regreso con el pesar y la congoja del animo (léase ánimo tal cuál sin la acentuación por favor), encuentro al pinche muñeco Houdini muy "como sentadito en la sala", "como muy arropadito" con una de las bufandas a medias piernas, "como muy esperándome", "como muy diciéndome" que horas son éstas de llegar? el muy ca... perdón, perdón ...cocodrilo.

Así cada vez que bajo del carro, primero lo ubico donde memonios esta, después jalo las cosas asegurándome que el muy cocodrilo no se sujete de ellas "como no dejándolo escapar" y si se llegará a sujetar, pues ni hablar vas pa'dentro mano.

Por cierto donde andará el Pedrito?


10 mayo, 2012

Otra vez negro.

Lo peor de perder a un ser amado es que cabe la posibilidad de tener la conciencia de poder haber hecho algo más por el, pero cuando dejas sobre la mesa todas tus cartas, y hasta las últimas que te quedan, das de cuenta que ni eso te salva a ti de la irremediable compañía de Soledad, esa que tan amable es que nunca se va, que siempre esta esperando por ti, que te abraza, te consuela en ese llanto apagado, triste y gris de esos días negros.

Soledad y de vez en vez hacerte mía, el saber, el tener conciencia de los hechos como verdades, así tan tangibles que nadie te los puede mentir, la verdad como viéndola, la verdad como viviéndola, la verdad como sintiéndola, todo esto en el preciso instante en el que ocurren y de frente tuyo, de verdad no aligera, no ayuda, no consuela, mucho menos, da alivio al sentimiento Soledad de tu tristeza; y hay veces que por más que este alguien a tu lado, por más que un buen amigo/a, hermano, madre, padre o el ser todo poderoso que cada uno conciba a su entendimiento, ni la misma verdad, ni la voluntad, ni la fuerza, hay veces que ni la misma esperanza en uno mismo alcanza o tienen la capacidad de detener, ya no se diga de curar, la tristeza.

No se si sea bueno pero de vez en vez hay que derrotarse y darse cuenta de que algo bueno debe encontrar, debe haberse aprendido, obtenido algo y a empezar de nuevo, y que, de lo aprendido  también dejarlo pasar no para la próxima vez, porque, la mayoría de las veces no sirve pa´nada.