22 abril, 2010

Empíricamente entrevistando.

Lo malo cuando la confianza se apodera de la mente de uno; lo peor cuando escudriñas en otro lo que realmente esta buscando en ti y tu de él; y lo bueno te haces dueño de la situación, la posición del empleador pierde fuerza y el momento torna encotra, desvaneciendo el poder con el que una a una aplican las preguntas para tratar de dar con tu perfil como persona  de confianza (algo así como un exámen de control de confianza).

Rgresan a mi aquel dicho que desde chavito escuchaba como consejo cuando estaba desde la primaria, acerca del verdadero significado y de forma literal: "no hay preguntas imbéciles, sino los imbéciles que no preguntan" (claro, claro es una versión propia y nota mental para mi no se raspen); de tal manera que me desdoble, me despreocupe y en un respiro deje al chacho nervioso de lado y me sente como si ya conociera la silla, como si ésta contuviera la forma de mi cuerpo grabada eb algún otro tiempo, como Homero al sillón (Simpson) o mejor de viceversa y comencé:

- qué es lo que espera la empresa de mi?
- cuáles son mis obligaciones ante la empresa?
- cuáles son mis derechos ante la empresa?
- qué opinión personal tienes de la empresa?

Y así, y una a otra pregunta mi entrevistado me fue dando la información que buscaba con respecto al empleo que pretendía y en cada respuesta sumaba moneditas de confianza y de gusto por la posibilidad que este podría ser el trabajo que andaba buscando (por necesidad) algo importante en esta es la posibilidad de conciliación ante cualquier adversidad en cuanto a tratos directos con los jefes inmediatos y la reciprocidad de la réplica oral como un ejemplo perfecto del fenómeno conocido como diálogo (querido maestro Platón).

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