21 abril, 2010

Y... ...¿por que?

Entre una inmensa y espesa niebla que cubre mis recuerdos de la conciencia de ser bebe-niño (es el “tramo de la vida donde se deja de ser bebe para convertirse en niño) de encontrarme leyendo junto con mi hermano mayor cuanta lectura nos cayera en las manos, por supuesto que toda aquella que llenará mis ojos de increíbles colores y figuras que destellaban en mis pupilas fiestas multicolores que llamaban mi atención y la voz secuestradora de mi mente esa ilimitada fábrica de imaginación que mi hermano concebía leyendo palabra a palabra provocando una historia vívida, irreal, fantástica, creadora de mundos y más.

Lo que sí no sabía era que a pesar de la inagotable imaginación que se creaba en mi con sus lecturas, aprendía de él cada letra que el leía, me gusta la letra “a”, la “d”, la “r”, la “m” y la “n”. En esta edad donde pareciera que no conocemos otra pregunta que la del ¿por qué?, viéndola de otro modo estoy seguro que mi hermano hizo un gran esfuerzo en tratar de enseñarnos todo lo que él había concebido a sus ojos, es decir de la mejor manera que el pudo entender las cosas.

Para él la forma de volverse a cuestionar cosas tan sencillas como: ¿por qué el cielo es azul? y también las más complicadas como: ¿por qué la llama del fuego tiene colores como el azul, el rojo y el amarillo o incluso el verde? (si me preguntan del color verde cabe hacer mención que alguna vez quemamos plástico, pero esa es otra entrada al blog ja), lo cual nace mi hipótesis que piensa así: será?.

La cosa se torno diferente por también decir lioso, arduo y peliagudo cuando cambió los cuentos con imágenes a los libros gruesos y gordos con demasiadas letras, demasiadas palabras pero de contenido imaginativo mayor (según la visión y posibilidad de cada quien) que en ese entonces yo no estaba preparado para escuchar pues perdía fácilmente el interés.

Dejando un poco atrás esa neblina le reconozco algunos choros que haya tenido la necesidad de inventarse pero que de verdad le salieron excelentemente bien porque de vez en vez caigo en la cuenta de cosas que creía que sucedían por alguna explicación dada por mi hermano que científicamente comprobados son lo contrario; pero de igual manera se le agradece, igual que tedio buscar tantas respuestas para dos chamacos descubridores el mundo.

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